Ruta de otoño. Hayedo de la Pedrosa
26/10/14
Menuda ruta ha salido. Hoy se alinearon los astros, buen día, buen grupo, buen ambiente, buenos colores.
Al principio, eso de quedar en Riaza a las 9:30h, había gente, que le parecía pronto. Se ha visto que no, después de juntarnos el grupo de 30 y tantas personas además de Ratón, un perro juguetón. Seguimos por la carretera hasta el embalse de Riofrío de Riaza, allí se dejan los coches, foto de rigor y en marcha. Casi al comienzo, la primera pendiente ascendente, cada uno a su ritmo. El grupo espera para seguir por el camino hasta una explanada donde hacía un lado se veía parte del, conocidísimo, Hayedo de Tejera Negra, y hacía la otra parte, el pequeño e increíble Hayedo de la Pedrosa.
Espectacular, se veía desde arriba, su manto marrón, mezclado con el verde. Bajando hacía allí, me enseñaron el arbusto de los arándanos, probamos sus dulces frutos. Delante nuestro había un grupo y se espera hasta que avancen un poco. Ya metidos en el propio hayedo, se disfruta del color, el olor y el sol potenciaba la hermosura. La bajada era un poco peligrosa al estar las piedras algo sueltas. Al salir del mismo, se subió por la parte izquierda de la carretera hasta el lugar de los coches. Allí hubo gente que ya había tenido bastante, y se despidieron contentos. Los demás aprovechamos el momento para meter energías al cuerpo y pasar un gran rato entre bocado y bocado. Los primeros en incorporarse hicieron que los demás nos pusiéramos en pie. Alguno se echó la siesta jeje. La bajada fue por el camino de Peñalba (no tiene que ver con la zona de Huerta, jeje), impresionante el mirador desde donde se divisaba el Hayedo de la Pedrosa, por donde había discurrido la ruta mañanera. Seguimos descendiendo hasta introducirnos en la parte baja del hayedo, con robles, y el dulce sonido del agua bajar, allí nos quedamos haciendo fotos con una haya imponente y muy fotogénica y amigable, todos queríamos tener una foto con ella.
El abrazo a un árbol es mágico, te transmite la sabiduría de su savia, su fortaleza y hegemonía.
Este trayecto, se sucedía entre el susurro del aire al pasar entre los árboles y tocar suavemente las hojas para que, estas, volando en círculos se depositaran en el suelo haciendo un gran manto para nosotros.
El final de camino fue, la espera, en la ladera del embalse de Riofrío de Riaza, esperando los autos. Para después ir a la plaza del pueblo de Riaza a tomar líquidos varios y un poco de grasa en forma de torreznos. Allí mismo nos despedimos con la clara idea de seguir con estas agradables rutas estacionales.
Muchas gracias a los participantes por haber hecho de esta excursión un gran día para el recuerdo.
Carlos Berzal Perdiguero