Tras completar las nueve primeras jornadas del campeonato LCH tiene asegurada la posición que cierra el grupo. Gracias a sus «esfuerzos» por mantenerse en ese lugar. Este año los Colonios están desarrollando un gran coraje y prueba de ello son los goles marcados a favor. Hay que decir en su favor que el grupo es muy fuerte. También que el único partido ganado a los primeros, 1-3, el árbitro hizo una señal en la casilla de incidencias. Llegando hasta el comité, y dando por perdido el encuentro, por «usurpación» de jugador. Tras hacer la reclamación, y llegar hasta el comité de disciplina, este ratifica la sanción. Injustamente. A partir de ahí es una constante dirección hacia abajo. Por otra parte están muy ilusionados. Hay nuevas incorporaciones. ¡¡¡Ánimo Colonios!!!!
Archivo por meses: diciembre 2015
Respuestas hasta diciembre 2015
[vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]CONCURSO DE RESPUESTAS CORTAS-1
Sobre la costumbre de dar y recibir REGALOS
Respuestas recibidas hasta diciembre de 2015
Las damos sin los nombres de los autores. No se darán a conocer hasta la fiesta de san Pelayo de 2016, una vez que hayan sido votadas asistentes para premiar a la mejor.
[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_tta_accordion][vc_tta_section i_type=»entypo» i_icon_entypo=»entypo-icon entypo-icon-user-add» title=»Respuesta-1″ tab_id=»1450361079131-6002f0cb-e40f» add_icon=»true»][vc_wp_text]Un regalo es un acto de amor y de reconocimiento. Su elección, así como su recepción, está en función del estado de ánimo y gustos de uno y otro, por lo que siempre es subjetivo. Hay regalos interesados que conducen al sometimiento y al abuso de poder si no tenemos criterios claros. Y aunque el comercio lo ha orientarlo hacia fines comerciales, es bonito recibir un regalo que satisface deseos e ilusiones personales, que, siendo material, puede cubrir necesidades espirituales. Obsequio que algunas veces guardamos con primor como recuerdo.[/vc_wp_text][/vc_tta_section][vc_tta_section i_type=»entypo» i_icon_entypo=»entypo-icon entypo-icon-user-add» title=»Respuesta -2″ tab_id=»1450361079260-871b1415-0175″ add_icon=»true»][vc_column_text]La tradición ha desembocado en un consumo costoso de mantener. Un regalo gusta. En mi opinión los regalos deben ser prácticos. Y en estas fechas más. Claro que los comercios tiran de lo suyo, es su forma de «regalarse». También hay otras formas de regalos (segunda mano, sorpresa, algo inesperado…) Cuando el regalo es obligación, el regalo cambia su energía.[/vc_column_text][/vc_tta_section][vc_tta_section i_type=»entypo» i_icon_entypo=»entypo-icon entypo-icon-user-add» title=»Respuesta-3″ tab_id=»1450361417926-d0bd18cd-68b1″ add_icon=»true»][vc_column_text]Hecho con buena intención y mesura, es una magnífica costumbre. Hecho con mala intención, pierde su encanto y se pone al servicio de otros intereses.
Así, que, como todo en la vida, tiene su lado bueno y su lado malo: todo depende de qué, cómo y para qué se hace el regalo.
¡Es más complicado “dar” que “recibir”![/vc_column_text][/vc_tta_section][vc_tta_section i_type=»entypo» i_icon_entypo=»entypo-icon entypo-icon-user-add» title=»Respuesta-4″ tab_id=»1450361481343-04b9b822-5f74″ add_icon=»true»][vc_column_text]Regalo caro, trampa esconde. Si tu marido te regala perlas, hay que desconfiar, dice la alcaldesa Carmena. Si nadie me regala nada, me siento mal. Si los regalos son muchos, tiemblo mirando a mi bolsillo. Prefiero los regalos pequeños, los que me traigan algo de ti, un mal dibujo tuyo, unas palabras que tú me escribes, una flor de tu jardín.[/vc_column_text][/vc_tta_section][/vc_tta_accordion][/vc_column][/vc_row]
RUTA DE LAS ESTACIONES – OTOÑO 15





EL CARDOSO DE LA SIERRA – LA HIRUELA
En esta estación tan especial donde los colores son lo máscaracterístico junto a la caída de la hoja. Los participantes se han ido cayendo, a última hora, dándose de baja. El día ha salido espectacular, soleado, sin invasión de personas en los lugares a visitar… La ruta tiene forma de ocho, comienza en El Cardoso de la Sierra (Guadalajara) pasa por el río Jarama, y llega hasta La Hiruela (Madrid), para volver a cruzar el cauce y terminar en el punto inicial. Ya desde el principio el cachondeo iba a ser clave determinante en esta actividad. Al pasar por debajo de algún manzano y recoger sus frutos caídos. Bromas como la del gusano que sale saludando desde el interior de la manzana. Diciendo a David, el guía, que explique qué árbol es este. El roble, especie predominante. El haya, que es más tímida. Sólo hay cuatro y hay que estar muy atentos para verlas, ya que se camuflan y pasan desapercibidas. Llegamos a la intersección del ocho, y seguimos por la cuenca, encontrándonos emocionalmente en Canadá con la fauna típica de allí y todo lo que eso pudo llegar a ser. Otra coña es la historia de los puentes de madera que hizo Pedro para facilitar los pasos del río. Toda la noche se pasó construyéndolos, junto a su peón. Y aunque quedaron algo torcidos, por lo menos estaban colocados encima del río, haciendo su función.
Llegamos a la zona de recreo, donde se encontraba el Molino Harinero rehabilitado. El voluntario, por 1€, nos lo enseñó y explicó su funcionamiento. Muy sencillo, el agua entra por un conducto y a presión, mueve un engranaje que hace girar las muelas, de una tonelada. La inferior con muescas para lanzar el cereal (centeno, cebada, maíz…), bellotas… Los pesos, sirven para juntar las muelas y que salga más fina la molienda. A fuera estaba el huerto, donde el molinero cultivaba verduras y hortalizas para complementar su manutención, además de la caza y pesca. También nos dio unos consejos prácticos sobre alimentación, ya que era médico-nutricionista y… algo entendía.
Tras despedirnos y tomar un ágape, continuamos hacia el Colmenar, típico de la zona, ya que cada colmena está formada por un tronco y encima, una placa de pizarra. Ya al aproximarnos se leía un cartel: PRECAUCIÓN ABEJAS. Tras la foto con las colmenas, rápido de vuelta, por si se enfadan y atacan. Desde el mirador contemplamos los picos: el Ocejón y detrás el pico del Lobo, el más alto de la Sierra de Ayllón.
Continuamos unos metros por la carretera hasta llegar al camino. Una señal indica el próximo destino y… la canción de la película de Tasio era tatareada. Allí delante aparece una enorme Carbonera, reconstruida, muy bien conservada. A tamaño natural. El panel informativo indica su utilidad de antaño. Si eres visual e imaginativo puedes meterte en la época, cuando se realizaban unas sesenta carboneras por temporada.
Al paso por el pueblo de La Hiruela no podemos resistirnos a tomar unas cañas, refresco y vino, y seguir desvariando, esta vez acerca del poliestireno expandido, extruido o Porexpan como decía Pilar, vamos “corcho blanco”. Aunque Forespan me suena como… esa película que comienza con un hombre sentado en un banco de la parada de autobús, sosteniendo una caja de bombones, mientras se le escuchaba decir a otra persona «mi mamá siempre decía…»
Continuamos, de bajada introduciéndonos en el angosto bosque, para saludar a la gente que al paso nos encontramos. A lo que tras la cortesía inicial, le pregunto a la chica. “¿Sois de Madrid?» Sí, contesta. Digo – ¿Si en el metro de Madrid te digo Hola, contestas?- Dice- “No”. Nos decimos un hasta luego a modo de despedida para darnos la vuelta y seguir nuestro camino.
Ya, sentados, en la explanada, lo mejor estaba por llegar. Pilar se había quejado que la tartera se le clavaba en la espalda. Cuando la saca, de la mochila, es un taper en el que cabe tres kilos de ensaladilla. ¡Y estaba llena!, ¡Que rica supo! «Creía que íbamos a ser veintitantos» – dice ella
Tras la comida, Elba y Pedro se llevan la bolsa de basura al marcharse. Con el estómago lleno nos movemos, a regañadientes, con algo de morriña del lugar que dejábamos atrás, continuamos la senda. Se elige ir por una orilla y a la hora de cruzar hacia el otro margen, la mitad de la gente no lo ve claro y deciden volver y atravesar por el puente. Por lo que todos retornamos, cada uno desde su orilla. Y desde ahí comenzamos la andadura. Lo que vemos es precioso. El robledal, el pinar, el reflejo, en las aguas del Jarama, de las copas de los chopos y abedules doradas por el sol de la tarde.
Cada vez que había que cruzar el río era un despropósito de oportunidades para reír, ante el enfado inicial del guía. Que decía por dónde cruzar y ¿si hay otro lugar más sencillo? El caso es que fuimos construyendo una pasarela de piedras y ayudándonos con los palos, pasábamos de orilla a orilla. Menudos ingenieros. Con lo fácil que era seguir por el camino por la parte alta.
Ya en la entrada del hayedo, en la Sierra del Rincón, seguimos por la carretera hasta llegar al desvío, donde entramos por una pista forestal y atravesamos el bosque hacía el Cardoso, nuestro destino. Al llegar, paramos en el bar Tino. Así despedimos la ruta de otoño, con unos refrigerios. Nos despedimos, en la plaza, con ganas de organizar y acudir a la próxima ruta. Esta vez la de invierno. Donde se prevé subir a un pico nevado.
Un abrazo de sonrisa a sonrisa.
Carlos Berzal Perdiguero